En una clase sobre el Quijote donde pedí a los alumnos que dijeran todo lo que sabían de él, uno contó que cuando chico vio una película del Quijote que lo impactó mucho. Lo que lo impresionó fue el momento en que se muestra que por leer muchos libros de caballerías, a Alonso Quijano “se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio”. El alumno decía, y yo quiero creerle, que al ver eso empezó a tenerle miedo a los libros y que dejó de leerlos. En la mente le quedó la imagen del cerebro que se seca de tanto leer.
¿Por qué quiero creerle? Porque es una lectura muy quijotesca del Quijote, la cual, fallidamente, busca diferenciar al lector del personaje. Para no volverse loco, mi alumno dejó de leer libros, pero lo hizo por leer quijotescamente una película. Porque la película le dijo que los libros podrían volverlo loco, cometió la locura de dejar de leer libros. Igual que el Quijote, el alumno no sabe que tomó la ficción por realidad, que leyó como un loco.