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Cómo elegir a tu pareja de vida

[Traducción al texto “How to Pick Your Life Partner – Part 1” de Tim Urban, originalmente publicado en Wait but why.]

Para un soltero frustrado, la vida puede sentirse así:

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A primera vista, las investigaciones parecen apoyar esto, sugiriendo que las personas casadas son en promedio más felices que las divorciadas. Pero un análisis mayor revela que si dividimos a las personas casadas en dos grupos basados en la calidad de su matrimonio, “personas que se consideran mal casadas son bastante más miserables, y mucho menos felices que las personas sin casarse. Las personas que se consideran bien casadas son incluso más felices de lo señalado por estudios previos”. En otras palabras, esto es lo que pasa en realidad:

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Los solteros insatisfechos debiesen considerarse en una situación neutral y esperanzadora, comparada con cómo podrían estar. Un soltero que quisiera encontrar una relación feliz está a un paso de ella, con una lista de tareas que dice: “1) Encontrar una relación feliz”. En cambio la gente con relaciones infelices está a tres escalones de distancia, con una lista de tareas que incluye “1) Soportar un quiebre destrozador de almas. 2) Recuperarse emocionalmente. 3) Encontrar una relación feliz”. No es tan malo si lo miramos así, ¿cierto?

La investigación sobre cuánto cambia la felicidad entre los matrimonios felices e infelices tiene mucho sentido. Claro, se trata de tu pareja de vida.

Pensar sobre lo tremendamente importante que es elegir una correcta pareja de vida es como pensar sobre lo inmenso que es el universo o en lo aterradora que es la muerte. Es algo tan profundo de internalizar, que no pensamos tanto en eso y permanecemos en una leve negación de su magnitud.

Pero, a diferencia de la muerte y el tamaño del universo, elegir una pareja de vida depende totalmente de nosotros, por lo que es fundamental conocer lo grande que es esa decisión y analizar los factores involucrados más importantes.

¿Cuán grande es este asunto?

Empieza por restar tu edad al número 90. Si vives una larga vida, ese es aproximadamente el número de años que vas a pasar con tu pareja de vida actual o futura.

Sé que nadie con más de 80 años lee este sitio web, así que no importa quién seas, eso es mucho tiempo, casi todo el resto de tu existencia.

(Claro, la gente se divorcia, pero tú no crees que eso te va a pasar. Un estudio reciente muestra que el 86% de las personas jóvenes asumen que su presente o futuro matrimonio durará por siempre, y no creo que las personas mayores se sientan de otra manera. Así que continuaremos asumiendo lo anterior.)

Cuando eliges tu pareja de vida eliges muchas cosas, incluyendo el compañero en la crianza de tus hijos, en quienes será muy influyente, un acompañante en alrededor de 20 mil comidas, tu compañero de viaje para unas 100 vacaciones, tu amigo principal para el tiempo libre y la jubilación, tu asesor psicológico y alguien que te contará su día unas 18 mil veces.

Así de grande.

Entonces, asumiendo que esto es por lejos lo más importante que querrás hacer bien en tu vida, ¿cómo es posible que tantas personas buenas, inteligentes y racionales terminen eligiendo una pareja que las dejará insatisfechas e infelices?

Al parecer, hay varios factores en contra de nosotros:

La gente tiende a ser mala en saber qué esperar de una relación

Se ha demostrado que la gente soltera es generalmente mala en predecir cómo serán sus verdaderas preferencias amorosas. Un estudio encontró que al interrogar sobre sus preferencias a quienes participan en citas rápidas, suelen descubrirse equivocados solo minutos después ante quienes terminan eligiendo para salir.

Esto no debiese sorprendernos. En la vida, no solemos mejorar en algo hasta haberlo hecho varias veces. Desafortunadamente, muy pocas personas tienen la oportunidad de estar en más de una relación antes de tomar su gran decisión. Simplemente no alcanza el tiempo. Considerando que las personas comprometidas y sus relaciones pueden tener necesidades muy diferentes a las que tendrían estando solteras, cuesta que un soltero sepa realmente qué quiere o necesita de una relación.

La sociedad está muy mal y nos da pésimos consejos

■ La sociedad nos recomienda seguir sin educarnos y dejar que solo nos guíe el romanticismo

Si estás dirigiendo un negocio, la sabiduría popular te convencerá de que serás mucho mejor si estudias ingeniería comercial en la universidad, creas planes de negocios bien pensados y analizas con cuidado el rendimiento de tu empresa. Esto es lógico porque así actuamos cuando queremos hacer algo bien, reduciendo la posibilidad de equivocarnos.

Pero si alguien fue al colegio para aprender cómo elegir una pareja de vida y tener una relación saludable, si trazó un detallado plan de acción para conseguir una y si mantiene su avance rigurosamente organizado en una planilla, la sociedad dirá que él es A) un robot demasiado racional, B) alguien demasiado preocupado por esto y C) un enorme bicho raro.

Cuando se trata de encontrar pareja, la sociedad sospecha de alguien que piensa demasiado en eso y recomienda confiar en el destino y el instinto. Si el dueño de un negocio aplicara estos consejos en su trabajo, probablemente fracasaría. Si triunfara, sería en gran medida gracias a la buena suerte, que es como la sociedad quiere que encontremos pareja.

■ La sociedad estigmatiza la expansión inteligente de búsquedas por parejas potenciales

En un estudio sobre qué dirige más nuestras elecciones de pareja, nuestros gustos o nuestras oportunidades, estas ganan por lejos. Nuestras elecciones de pareja son en un “98% una respuesta a las condiciones del mercado y solo un 2% a deseos inmutables. Propuestas para salir con gente alta, baja, gorda, delgada, profesional, educada o sin educación son más del 90% dirigidas por lo que ofrece la noche”.

En otras palabras, las personas terminan eligiendo entre las pocas opciones que tengan disponibles, sin importar cuán pobremente sus gustos coincidan con ellas. La conclusión obvia es que, aparte de las personas demasiado sociables, todos los que buscan una pareja de vida deberían estar frecuentando citas online, citas rápidas y otros sistemas creados para aumentar los candidatos de manera inteligente.

Pero la sociedad tradicional sospecha de ello y mucha gente sigue avergonzándose de haber conocido a su esposo en un sitio web de citas. La manera respetable de conocer a una pareja de vida es la suerte, tropezando con ella al azar o siendo presentados entre las pocas opciones disponibles. Afortunadamente, esta mala fama va disminuyendo, aunque su permanencia indica cómo la sociedad ha aceptado ilógicamente sus reglas para conocer personas.

■ La sociedad nos apura

En nuestro mundo, la regla principal es casarse antes de ser demasiado viejo, y “demasiado viejo” varía entre los 25 y 35 años, según donde vivas. La regla debiese ser “hagas lo que hagas, no te cases con la persona equivocada”, pero la sociedad desaprueba mucho más a un soltero de 37 años que a un casado infeliz de 37 años con dos hijos. No tiene sentido, el primero está a solo un paso del matrimonio feliz mientras el segundo debe prepararse para una infelicidad permanente o soportar un complicado divorcio solo para llegar donde está el soltero.

Nuestra naturaleza biológica no nos ayuda

■ Las características biológicas humanas evolucionaron hace mucho tiempo y no entienden la idea de tener una conexión profunda con una pareja por cincuenta años

Cuando empezamos a salir con alguien y sentimos la más ligera punzada de excitación, nuestro cuerpo adopta el modo de “bien, hagámoslo” y nos bombardea con químicos diseñados para aparearnos (el deseo carnal), enamorarnos (la luna de miel) y luego comprometernos a largo plazo. Nuestros cerebros pueden anular este proceso si no estamos tan convencidos, pero en los casos promedios donde lo correcto sería irse y buscar algo mejor, solemos sucumbir a la montaña rusa de la química y terminar comprometidos.

■ Los relojes biológicos joden todo

La mujer que quiera tener hijos biológicos con su marido tiene una verdadera limitación, la necesidad de escoger la pareja correcta antes de los cuarenta, más o menos. Este es un hecho bastante perjudicial que vuelve aún más estresante un proceso que ya era difícil. Igual, si dependiera de mí, preferiría adoptar un hijo con la pareja de vida correcta que tener hijos biológicos con la incorrecta.

***

Entonces, si tomamos un grupo de gente no muy buena en saber lo que quiere de una relación, rodeada por una sociedad que le recomienda encontrar rápidamente una pareja de vida sin pensar ni buscar mucho, y combinamos esto con un sistema biológico que nos droga cuando tratamos de resolver el asunto y nos promete dejar de producir hijos en poco tiempo más, ¿qué obtenemos?

Una confusión de decisiones basadas en malas razones y mucha gente arruinando lo más importante de su vida. Veamos algunos tipos comunes de personas que caen víctimas de todo esto y terminan teniendo relaciones infelices.

Román, el Romántico

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La desgracia de Román el Romántico es creer que el amor es una razón suficiente para casarse con alguien. El romance puede ser importante en una relación y el amor el ingrediente principal de un matrimonio feliz, pero no son suficientes sin un montón de otras cosas importantes.

La persona demasiado romántica ignora repetidas veces a la vocecita que intenta hablarle cuando él y su novia pelean constantemente o cuando él parece sentirse mucho peor que antes de empezar su relación, callando esa voz con pensamientos como “Todo pasa por una razón y la manera en que nos conocimos no pudo haber sido una mera coincidencia”. Cuando un romántico crea haber encontrado su alma gemela, dejará de hacerse preguntas y se aferrará a su amor durante 50 años de matrimonio infeliz.

Rosa, la Miedosa

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El miedo es uno de los peores tomadores de decisiones cuando se trata de elegir a la pareja de vida. Desafortunadamente, por como está organizada nuestra sociedad, el miedo infecta desde que tienen menos de 30 años a muchas personas generalmente racionales. Los miedos que nuestra sociedad (por nuestros padres y amigos) nos inflige nos llevan a tener parejas no demasiado buenas: el miedo a ser el último amigo soltero, a ser un padre viejo o incluso simplemente a ser comentados y juzgados por los demás. La ironía es que es que el único miedo racional que deberíamos tener es el miedo a estar infelices con la persona equivocada durante los próximos dos tercios de vida, un riesgo que corre el miedoso por querer cuidarse de otros riesgos.

El Influenciable Abel

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El influenciable Abel deja que otras personas jueguen una parte demasiado importante en la decisión de elegir su pareja de vida. Esa elección es profundamente personal, enormemente complicada, diferente para cada uno, y casi imposible de entender desde afuera, aunque conozcas muy bien a la persona. Por eso, las opiniones y gustos de otras personas no tienen por qué involucrarse en casos sin maltratos ni abusos.

El ejemplo más triste de esto es alguien que rompe con quien habría sido su adecuada pareja de vida basándose en la desaprobación externa o en un factor que al elector en realidad no le importa (como la religión), pero siente el deber de respetarlo por cumplir con las expectativas e insistencias familiares.

También puede pasar de la manera contraria, donde todos están maravillados con la relación de alguien porque se ve perfecta desde afuera, y aunque no es tan genial desde adentro, Abel escucha a los demás antes que a su propio deseo y termina malcasándose.

Dora, la Encuestadora

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Dora la Encuestadora está más preocupada de la descripción escrita en un formulario sobre su pareja que de la personalidad representada por esas palabras y tablitas. Hay un montón de celdas que ella necesita chequear: cosas como la altura, el prestigio laboral, el nivel de ingresos, los logros o quizás un item novedoso como ser extranjero o tener un talento específico.

Todos tenemos ciertas celdas impresas que nos gustaría aprobar, pero alguien demasiado dirigido por su ego priorizará las apariencias y el curriculum por sobre la calidad de su conexión con la posible pareja.

Una pareja que te parezca elegida más por las celdas llenadas que por su personalidad podría considerarse una pareja Scantron, que es como se llaman las hojas de respuestas para preguntas de alternativas, donde solo hay una manera correcta de llenar los espacios.

El Egoísta Stan

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El egoísta viene en tres variedades que pueden superponerse:

1. El “No soy monedita de oro”

Esta persona no puede sacrificarse ni comprometerse. Cree que sus necesidades, deseos y opiniones son simplemente más importantes que las de su pareja y necesita salir con la suya en todas las decisiones. Al final no quiere una pareja de verdad, sino continuar con su vida soltera teniendo a alguien al lado que la acompañe.

Esta persona terminará en el mejor de los casos con una persona fácil de llevar o, en el peor, con alguien manejable que tiene problemas de autoestima y sacrifica la oportunidad de tener una relación igualitaria, generalmente limitando la calidad de su matrimonio.

2. El Personaje Principal

El trágico defecto del Personaje Principal es vivir ensimismado. Él quiere una pareja que sea su terapeuta y gran admiradora, aunque estará desinteresado en devolver el favor. Cada noche, él y su pareja comentarán el día, pero el 90% de la conversación se centrará sobre el día de él. Después de todo, él es el personaje principal en la relación. Siendo incapaz de alejarse de su mundo personal, terminará con un acompañante como pareja de vida, algo que le dará 50 años bastante aburridos.

3. El Necesitado

Todos tenemos necesidades y a todos nos gusta resolverlas, pero hay problemas cuando la solución a esas necesidades se vuelve el gran motivo al elegir una pareja de vida. Que me cocine, que sea un gran padre, una gran esposa, que sea rico, que ordene bien, que sea bueno en la cama… Todas son grandes ventajas, pero son solo eso: ventajas. Ojalá que después de un año de matrimonio, cuando el Necesitado se haya acostumbrado a saciar sus necesidades y ya no se emocione por eso, haya otras partes buenas en su relación para no que no se sienta aburrido de por vida.

***

La gran razón por la cual estos tipos de personas terminan teniendo relaciones infelices es que están consumidos por una motivación que no toma en cuenta lo que realmente es una pareja de vida y qué la vuelve algo feliz.

¿Cómo tener una relación feliz para toda la vida? Tim Urban lo explora en la segunda parte de su texto, por ahora solo en inglés.

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Internet

Cartas muertas para Ángela

(Por respeto a Ángela, desenfoqué su imagen.)

Por respeto a Ángela, desenfoqué su imagen de Tinder.

19-10-2014 11:52
Eres mi primer match. Aunque esta sea nuestra última conversación, aunque ni siquiera me respondas, siempre te recordaré como mi primer match (¿se dirá así? Ahora que lo digo por segunda vez me surgen dudas).

26-10-2014 22:18
Le he hablado a mucha gente de ti. Les cuento que mi primer match fue con una Angélica que nunca me respondió. Ahora tengo un dato que vuelve aun más dramática nuestra historia: estás a 1773 kms. de distancia.

28-10-2014 23:19
Me pasó algo ridículo. Quise mostrarte lo mucho que me importas grabando una canción sobre ti, pero terminé cambiando la única palabra tuya que conozco: tu nombre. Al igual que en mi último comentario, te llamé Angélica en lugar de Ángela. La canción se puede escuchar en http://soundcloud.com/elvenegas/angelica

31-10-2014 11:21
Un párrafo de la novela ‘Océano mar’ de Alessandro Baricco: “Bartleboom tiene treinta y ocho años. Él cree que en alguna parte, por el mundo, encontrará algún día a una mujer que, desde siempre, es su mujer. De vez en cuando lamenta que el destino se obstine en hacerle esperar con obstinación tan descortés, pero con el tiempo ha aprendido a pensar en el asunto con gran serenidad. Casi cada día, desde hace ya años, toma la pluma y le escribe. No tiene nombre y no tiene señas para poner en los sobres, pero tiene una vida que contar. Y ¿a quién sino a ella? Él cree que cuando se encuentren será hermoso depositar en su regazo una caja de caoba repleta de cartas y decirle: Te esperaba”.
Nuestro monológico diálogo se irá convirtiendo en mi caja de caoba. Podrás leer sus mensajes en silencio, podrás cansarte y bloquearme de Tinder o podrás responderme y volver dialógico el monólogo. Yo solo seguiré un consejo del mismo libro: “Escribir a alguien es la única forma de esperarlo sin hacerse daño”.

31-10-2014 16:57
Me ha pasado muchas veces en la calle. Veo a una mujer bonita con el rostro cubierto, me acerco y cuando llego a verle la cara, siempre es menos bonita de lo que me había imaginado. ¿Solución? Dejar de imaginar o incluso de mirar, pasearme sin expectativas por la calle. Pero uno no decide esos impulsos imaginativos… Te hablo de esto para protegerme, porque existe la posibilidad de que te esté imaginando con un rostro mejor del que realmente tienes. Más precisamente, con una voz mejor, más perfecta, porque prácticamente lo único que conozco de ti es tu rostro. ¿Cómo será tu voz? ¿Cómo la estaré imaginando? Ahora no puedo saber o decirlo. Cuando me hables veré si coinciden o no mis expectativas con la realidad.

1-11-2014 8:30
Un amigo me preguntó si yo seguía escribiéndote inspirado en la canción “Querido Tommy”, que yo no conocía. Le dije que mi inspiración es el Quijote, un hombre que dedica batallas y versos a una mujer imaginaria. Cuando Sancho escucha una descripción del Quijote sobre el amor hacia Dulcinea, le responde: “Con esa manera de amor he oído yo predicar que se ha de amar a Nuestro Señor, por sí solo, sin que nos mueva esperanza de gloria o temor de pena”. Así te sigo escribiendo, como lo haría un religioso a un dios que no da señales de existencia. Mario Benedetti dijo: “No sé si creo en Dios. A veces imagino que, en el caso de que Dios exista, no habría de disgustarle esta duda. Los elementos que él mismo nos ha dado no son en absoluto suficientes como para garantizarnos ni su existencia ni su no-existencia”. Yo sigo creyendo en ti, aunque no me des elementos que garanticen tu existencia.

3-11-2014 9:40
“Que las Musas son de naturaleza divina ajena a los hombres, lo testimonia Plutarco de modo rotundo cuando señala que los santuarios de las Musas están situados lo más lejos posible de las ciudades”. Encontré esto en un libro de Walter F. Otto que me interesó por su título: ‘Las musas y el origen divino del canto y del habla’. Desde que te encontré, desde que Tinder nos encontró, no he hecho otra cosa que hablar y cantarte. Te has convertido en mi musa. En el fragmento que copié se dicen algunas ideas que también coinciden contigo: la naturaleza divina ajena a los hombres (sobre todo esto último, ajena a los hombres. Si hay algo que no me pertenece en el mundo, eres tú) y la distancia de las ciudades. ¿Por qué viajas tanto, Ángela? ¿Adónde vas cuando Tinder me cuenta que nuestra distancia aumenta y disminuye? Ahora nuestra separación es de 5 kms., pero sé que en cualquier momento volverá a ser de 500. Eres inalcanzable y por eso me inspiras, por eso sigo escribiendo y cantando en tu nombre.

4-11-2014 9:15
Una novela de Alejandro Zambra dice dos veces que “El libro sigue hasta que ella vuelva o hasta que Julián esté seguro de que ya no va a volver”. Este libro, este diálogo de a uno, también termina cuando tú aparezcas o cuando yo esté seguro de que no aparecerás. Ahora estoy seguro. ¿Por qué comparar este breve diálogo con un libro? Porque escribir a una desconocida que no responde se parece demasiado a escribirle a un lector, a escribir un libro cuyo autor no sabe quién lo leerá.
Antes de conocer a la mujer que todavía no vuelve, Julián escribía pensando en ella, “en el fantasma de ella mirándolo escribir”, hasta que un día decidió llamarla. Yo no haré eso. Aunque podría buscarte en internet, aunque podría llegar a llamarte, no lo haré. Esta historia termina aquí, cuando estoy seguro de que no me vas a responder, cuando desinstale Tinder y este match haya sido, para mí, el primero en empezar y el último en terminar.

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Educación, Internet

Defensa de la gramática inglesa apoyada en doge

Por primera vez en toda mi vida, hoy sentí ganas de ser profesor de inglés. Más específicamente, de ser un profesor que enseñe la gramática del inglés. ¿Por qué? Porque una amiga me mandó un texto donde la lingüista Gretchen McCulloch demuestra la importancia que actualmente tiene la gramática para hacer imágenes estúpidas en internet. Más específicamente, para escribir en las fotos del perrito doge:

Después de exhibir que es una experta en memes y escritura por internet, la buena Gretchen McCulloch demuestra que las frases doge tienen una gramática particular que se conserva aunque no haya una foto central, comic sans ni colores fluorescentes. La prueba es este resumen de Romeo y Julieta:

What light. So breaks. Such east. Very sun. Wow, Juliet.
What Romeo. Such why. Very rose. Still rose.
Very balcony. Such climb.
Much love. So Propose. Wow, marriage.
Very Tybalt. Much stab. What do?
Such exile. Very Mantua. Much sad.
So, priest? Much sleeping. Wow, tomb.
Such poison. What dagger. Very dead. Wow, end.

Luego explica la selectional restriction y cómo su uso intencionalmente agramático rige la nueva generación del lenguaje en internet, donde la ortografía se ha recuperado para que las bromas se dirijan contra la sintaxis del inglés. Lo interesante de esto es que para poder escribir frases doge hay que dominar las reglas, única manera de poder romperlas. Por eso surgen diálogos como el siguiente, también citado en el artículo:

Friend #1: Doge is a rescue dog. Much respect. So noble. Wow.
Friend #2: Your dogeing is too coherent. “Much noble, so respect.”

En definitiva, me gustaría estar frente a un curso defendiendo la gramática inglesa porque sin un conocimiento acabado de ella sería imposible escribir estupideces adecuadamente. ¿Cómo ser intencionalmente estúpido si no sabes de la inteligencia? ¿Cómo ser agramatical si no sabes gramática?

Termino de escribir esto y pierdo las ganas de ser profesor de inglés. Ya dije todo lo que tenía que decir en ese rol. Puedo volver a ser yo.

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Internet, Libros

Montaigne hubiese citado a YouTube

Montaigne con su computador portátil abierto en YouTubeContra los ateos en su extensa Apología de Raimundo Sabunde, Montaigne se propone pisotear la vanidad humana demostrando su semejanza e inferioridad respecto de los animales. Entre muchas anécdotas, cuenta una historia que prueba la gratitud de los animales, de la cual Apión habría sido espectador. Dice que un día se celebraba en Roma un combate de fieras, entre las cuales se destacaba un león de furioso porte, miembros robustos y rugido soberbio y espantoso. Androclo, uno de los esclavos que participaba en la lucha, detuvo al león con solo ser visto. El animal se le acercó lenta y apaciblemente buscando reconocerlo hasta que, seguro de quién era, “comenzó a mover la cola al modo de los perros que halagan a sus amos, y a besar y lamer las manos de aquel pobre desgraciado sobrecogido de espanto y fuera de sí” (173). Androclo se calmó al reconocerlo también, se acariciaron y el pueblo hizo una fiesta por la alegría que sintió al verlos juntos. El emperador mandó a llamar al esclavo para que le explicara cómo es que había ocurrido un hecho tan extraño. El esclavo le contó que tras abandonar a un amo maltratador en África y esconderse en una cueva para protegerse del calor, recibió la visita de un león que sufría por una garra ensangrentada y herida. Androclo sintió mucho miedo, pero el animal se le acercó con dulzura pidiendo que le curara su garra. El hombre le quitó una gruesa astilla que tenía incrustada y le lavó la herida. El aliviado león se durmió con la pata en las manos de Androclo, con quien vivió por tres años en la misma caverna, compartiendo alimentos. Cansado de una vida tan animal y salvaje, el hombre se alejó un día de la cueva, fue encontrado por los soldados que lo llevaron a Roma, donde lo habían condenado a morir entre las garras de las fieras. Al reencontrarse con el león supuso que había sido cazado poco tiempo después y que quiso recompensarlo por la cura y los auxilios prestados.

La historia tiene un final muy feliz que incluye la imagen del esclavo liberado paseando al león por las calles de Roma con una pequeña cuerda, como si fuese un perro. Es una buena historia que Montaigne cree totalmente cierta porque la leyó escrita por un autor romano. Personalmente, creería que es falsa basándome en algunos momentos que me parecen exageradamente perfectos para una narración. Y sin embargo, creo en la historia porque existe YouTube.

Probablemente, al leer la historia de Androclo te acordaste de uno de esos videos que la gente edita para emocionar hasta al más insensible de los mortales. Uno de esos que, insatisfechos con la fuerza de sus imágenes, resultan sobrecargados con músicas sentimentales y textos cursis. Me refiero a la historia de los leones Christian y Júpiter. El primero es más conocido porque en su video incluye el dramático reencuentro con el animal en su hábitat, un año después de que sus amigos humanos dejaron de verlo. El segundo me gusta porque tiene a una señora que se llama Ana Tulia Torres (razón suficiente para ganarse mi admiración) y que es muy graciosa para cuando le habla a su amigo león. El hecho es que si Montaigne hubiese vivido actualmente, podría haberse ahorrado la lectura de Apión gracias a YouTube o las redes sociales.

Otra historia que cuenta Montaigne en el mismo ensayo es la de Hircano, el perro del rey Lisímaco que, “al morir su amo, permaneció obstinadamente en su lecho sin querer beber ni comer; y el día en que quemaron su cuerpo, siguiole corriendo y lanzose al fuego, abrasándose con él” (165). Para graficar esta historia, también hay al menos dos videos en YouTube. Uno es el de un perro malagueño que se quedó a vivir junto a la tumba de su amo en el cementerio. La historia es bastante mala, pero me encanta cómo pronuncian los españoles entrevistados, en especial el que aparece en 0:31. El otro video le hubiese gustado más a Montaigne porque es más dramático. Cuenta la historia de un anciano indigente que tropezó y se golpeó con el borde de una vereda, junto al mercado de Huancayo. Sus perros son tan protagonistas de la historia, que a diferencia del muerto sí tienen nombre: Milo, Poncho y Pellejo. Los tres acompañan con aullidos a la camioneta que lleva el cuerpo de su amo a la morgue.

Podría buscar más historias contadas por Montaigne que tengan nuevas versiones en YouTube, pero no agregarían mucho a lo que quería decir, que Montaigne leyó tantos libros porque no tenía internet. Actualmente, él hubiese sido un seguidor de diarios sensacionalistas, de cuentas con datos curiosos en Twitter, de señoras que publican videos en Facebook. Hubiese aceptado las recomendaciones de YouTube para redactar sus ensayos a partir de casos extravagantes, pero reales. Porque Montaigne disfrutaba historias muy populares, que le gustarían a mucha gente, que son divertidas, entretenidas y sorprendentes. Por el ambiente en que le tocó vivir, tuvo que buscarlas en textos latinos escritos 15 siglos antes de que él las leyera. Hoy las hubiese encontrado en LUN o en YouTube y las habría citado en algún blog para probar cosas que muchos pensamos, pero que solo él sabe decir con tanta gracia, simpatía y sentido del humor.

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