Periodismo

Roberto Torretti y la muerte de un iPod

Leí un perfil del filósofo chileno Roberto Torreti escrito por Rodrigo Fluxá para la revista El sábado de hoy. Este es el primer párrafo: “Roberto Torretti, caminando en el patio de su casa de Los Dominicos, reflexiona sobre la muerte de un iPod. El año 2007 en Londres, en el último viaje que hizo, en el último que hará, el aparato, repleto de música clásica, no le prendió más. De vuelta en Santiago optó por lo más simple, por empezar de nuevo: se compró otro, más moderno, y lo rellenó nuevamente” (8). Es muy bueno porque sorprende que el filósofo no piense en la muerte abstracta, sino que a sus 83 años lo haga sobre un objeto tan simbólicamente contemporáneo como es el iPod. Además, abre una pregunta: ¿qué piensa Torretti en esa reflexión?

Fluxá presenta a un hombre muy culto que ha dedicado toda su vida a estudiar y pensar. Cuando le preguntan si trata de rodearse con gente que lo estimule intelectualmente, responde que sí. “Desde joven estoy habituado al hecho de que la gran mayoría de esa gente no me es accesible en persona; pero, como usted puede ver en mi casa, me las he arreglado para vivir rodeado de sus libros” (14). Sabemos de su relación con Carla Cordua, su mujer, otra filósofa con quien conforma “una especie de realeza de la intelectualidad chilena” (12). El novelista mexicano Carlos Fuentes comentó una vez que “si una bomba destruyera toda la civilización occidental, incluyendo sus bibliotecas y laboratorios, y solo se salvara esta pareja, Carla y Roberto, ellos dos solos serían capaces de reconstruir todo el saber de Occidente” (12-14). Nos enteramos de que por su edad Torretti solo lee tres horas al día, muy poco si se las compara con las doce horas diarias de su juventud. Las preguntas finales son sobre le vejez y la muerte, a la cual dice no temer. “Mientras estoy vivo, me preocupa qué ocurrirá después de mi muerte a las personas que quiero, a mi país, a mi civilización, a la especia humana. Pero, evidentemente, no me preocupa lo que ocurrirá conmigo, que justamente habré dejado de existir” (14).

La reflexión sobre el iPod se desarrolla implícitamente a lo largo de todo el artículo. Fluxá no la escribe porque sabe que el lector prefiere descubrirla por sí solo (o con la ayuda de un blog). Roberto Torretti, y toda persona que haya acumulado conocimientos a lo largo de su vida, es como un iPod. Cuando muere, es tan irrecuperable como un iPod muerto. En esos casos, se vuelve necesario empezar desde el principio, en un nuevo iPod o en una nueva persona, a acumular nuevos conocimientos, en un eterno ciclo de vidas y muertes, memorias y olvidos.

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