Diario, Música

Pearl Jam, Chile 2015

Pearl Jam, estadio

Los vendedores ambulantes notaron que los hinchas van al Estadio Nacional con la polera de su equipo y aprovecharon de extender esa costumbre deportiva a los eventos musicales. Por eso venden poleras negras con estampados de Pearl Jam en el camino que va del metro al estadio. Otros venden sándwiches, hotdogs y donuts, comidas de nombres importados que se sienten muy locales. También hay bebidas y cervezas, siempre desde los costados de la vereda que lleva al estadio, donde apenas se exigen deshacerse de latas y botellas para poder entrar. Todo el alcohol que entra se lleva en el cuerpo, a menos que quien vaya sea Eddie Vedder, que pasó todo el concierto tomando vino tinto directo de una botella.

Vuelvo al tema de la ropa. Muchos se compran la polera del camino, pero la tendencia es tenerla desde antes. Mientras más gastada la polera de Pearl Jam, más valiosa, sobre todo si se fue con ella a los conciertos del 2013, 2011 y 2005. Otra opción común es llevar la polera de otra banda compatible con Pearl Jam. Los nombres de The Beatles, The Who y Nirvana ilustran las ropas negras de muchos asistentes, como siguiendo un protocolo de conciertos de rock. La tercera opción es ir derechamente disfrazado de Eddie Vedder, con una camisa de leñador a cuadros color tierra. El vocalista hizo algo parecido: no usó souvenirs de su banda (opción 2), pero se vistió con una camisa de sí mismo (opción 3) y, debajo, una polera negra estampada con el nombre de Devo (opción 1).

Pearl Jam, músicos

No seguiré la tendencia periodística de enumerar las canciones del concierto intercalando adjetivos. En lugar de ello diré que el concierto se dividió claramente en tres partes (ya, sí, la prensa también notó esto). La primera priorizó los temas del último disco, aunque intercaló temas conocidos de otros tiempos. O sea que promocionaron su material más reciente sin aburrir a los fans históricos. (Personalmente, sentí que el concierto empezó con la quinta canción, “Corduroy”, solo por mi costumbre de que el disco Live on two legs empiece así.) Después hicieron una pausa, bajaron las revoluciones con “Just Breathe” y tocaron dos covers para que celebraran los que andaban con poleras de Pink Floyd y John Lennon. En tercer lugar tocaron temas muy queridos por todos con un segundo descanso entre medio. Los últimos temas tuvieron solos largos de guitarra eléctrica para dejar en claro que la banda lo estaba dando todo, que hubiese sido injusto pedirles más cuando terminaron con una sorpresiva “Yellow Ledbetter”, no porque fuera novedoso dejarla al final, sino porque el concierto parecía tan finalizado con el cover de “Rockin’ in the free world”, que mucha gente ya había salido del estadio cuando empezó a sonar un tema que solo alcanzaron a ver desde la mitad.

Vi a esta gente que volvía porque estuve sentado muy cerca de una escalera de entrada, en la galería. A mi derecha había una pareja de unos cuarentaitantos años donde el hombre seguía las letras con los labios y la batería con las manos, golpeando una baranda metálica. No cantaba, pero se sabía las canciones. Su mujer, sentada entre él y yo, no compartía nada de su entusiasmo. Ella se dedicó al WhatsApp, por donde recibía fotos borrosas y mal iluminadas de un niño semidesnudo y por donde envió también alguna foto del concierto, que tomó en uno de los pocos momentos en que miró hacia el escenario. Se me podría criticar lo mismo que a ella, que en lugar de seguir un concierto de entradas caras me haya concentrado tanto en su celular, pero era demasiado llamativo. Mientras una de las bandas extranjeras más valoradas en Chile interpretaba en vivo un repertorio impecable, esta mujer aprovechaba de limpiar la galería de fotos de su celular. Grupos de personas, memes, frases esperanzadoras con dibujos de perritos ojones y almuerzos familiares mal encuadrados se iban a la basura de esa galería de fotos mientras 24 mil quinientos pesos gastados en las entradas de la galería se iban también a la basura, quizá con algo del amor que ese hombre pudo haber sentido por su mujer. ¿O era más valiosa su compañía si ella estaba desinteresada? ¿Se volvía un sacrificio mayor? Nada de eso. El único sacrificado ahí era el rockero fiel a Pearl Jam que pasó todo el concierto aguantando la apatía de su mujer. Aunque yo estaba sentado al otro lado de la misma señora, no podría decir lo mismo porque a mi lado izquierdo estaba mi polola, que cantó, bailó y aplaudió cuando correspondía y que compartió conmigo la experiencia del concierto (de hecho, muchas de mis observaciones en este texto son de ella o salieron al conversar con ella).

Quizá lo más comentado del concierto fueron las intervenciones verbales de Eddie Vedder, todas muy bien pensadas para sacar aplausos y dejarnos contentos. Los momentos más altos fueron sus elogios al triunfo chileno en la Copa América y al vino chileno con referencia al video recientemente viralizado donde un chileno dice que es “un manjarsh“. Otro punto relevante fueron sus excusas por no haber aprendido español en el colegio. En los tres casos el cantante muestra respeto y admiración hacia elementos que su público siente muy propios: nuestra selección de fútbol, nuestros vinos, nuestros chistes de internet y nuestro idioma. Lo último transmite también la intención de acercarse a nosotros, de que nos comprendamos en un mismo idioma. La mención al video y la Copa América los muestran actualizados sobre nuestra realidad nacional, como si algo de esa comunicación ya estuviese funcionando. Sin embargo, pienso que lo más importante de estos discursos, que Vedder leía en un papel escrito en español, es que él no haya dominado ese idioma. Produce un efecto extraño escuchar a una voz tan talentosa para el canto, hablar con dificultad un idioma que para nosotros es tan fácil. Queda la impresión de que el gran artista se volviera pequeño, como un niño que repite palabras adultas cuando todavía no sabe hablar. Lo gracioso de que Eddie Vedder imite el manjarsh no es que él haya visto un video popular en Chile, sino que finja inspirarse en algo que no conoce. Lo divertido está en su mecanismo, en que parezca una marioneta obediente al papel que tiene en las manos, ese que tan bien le deben haber escrito en la productora chilena. “Todo lo que la vida tiene de serio proviene de nuestra libertad”, dice Henri Bergson en La risa. “¿Qué habría que hacer para transformar todo esto en comedia? Habría que imaginarse que la libertad aparente esconde un juego de hilos y que somos humildes marionetas” (52). Un hombre de voz poderosa se vuelve humilde y cómico al seguir los hilos de un anónimo guionista chileno.

Comercio ambulante, ropas estandarizadas, una estructura razonada, parejas que se diferencian o asemejan en su gusto por la banda que ven y un gracioso Eddie Vedder hablando en español. Eso fue para mí el concierto de Pearl Jam.

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Diario

Ideas del puerto

8 de noviembre 2014
9:40. Sentí un viento frío que, por estar en Valparaíso, me pareció marino. ¿Será marino ese viento o solo es viento frío? ¿Estoy sintiendo algo que no encuentro en Santiago o es más de lo mismo, solo que lo siento porque los turistas sentimos más? ¿Sentimos más los turistas?

9:52. Yo pensaba que todas las antenas tenían que mirar hacia una misma dirección en busca de un mismo satélite. Si estas antenas son como girasoles, miran un cielo lleno de soles.

Antenas

9:57. Un hombre caminando con unas bolsas de almacén me dice: “Una consulta. ¿Tú eres de acá? No vayas para arriba. No es por meter miedo. Andan carabineros, pero igual. Para abajo sí, arriba no”. Cuando miré hacia arriba me encontré con las ventanas de este segundo piso. Rápidamente caminé hacia abajo, sintiendo las miradas embalsamadas sobre mi espalda.

Muñecas

11:45. Se ve que Matías Rivas estudió las otras entrevistas que han hecho a Leila Guerriero porque hizo una síntesis de todas las preguntas que siempre le hacen, en el mismo orden. La presenta más como escritora que como periodista, le pregunta por su relación con la literatura, con sus personajes, sus lecturas, su trabajo como editora… Ella dice las respuestas que el tiempo le ha ido fijando. Es graciosa, interesante, pero no está pensando ni creando nada nuevo sobre el escenario.

12:27. ¿Cómo perderse en una ciudad? En Valparaíso funciona seguir las indicaciones peatonales de GoogleMaps. Para ir de un punto a otro me recomendó escaleras que nunca se me hubiese ocurrido tomar, caminos inexistentes y calles que me alejaban de mi destino. Me descubrí caminando en contra de lo recomendado por el mapa, siguiendo una brújula mental invertida. Al final hice lo de las grandes ciudades: seguí una calle grande, Google aceptó diseñar una ruta menos interesante y llegué adonde iba.

Mapa

13:25. Pablo Valenzuela defiende la curiosidad inútil porque terminará siendo útil. Defiende lo inútil confiando en que dejará de serlo. En realidad pide paciencia. Recuerdo el discurso donde Stanley Fish se niega a explicar la utilidad de la literatura porque ella no necesita razones externas. Se justifica por sí sola. Puede ser inútil sin perder su valor. En cambio Valenzuela sigue presentando científicos curiosos que ganaron premios Nobel, algo tan concreto como la utilidad. ¿Se podrá defender a un científico alternativo, como se recomendaría un poeta poco conocido? ¿Por qué es diferente decir “vean este verso que nadie ha leído” y “miren este descubrimiento que la academia ha ignorado”? ¿Serán tan unánimes los juicios científicos? Esto parece así porque las historias de científicos los presentan como predestinados al éxito y el reconocimiento, saltándose la parte en que nadie les prestó atención.

13:51. Valenzuela describió sus experimentos con ratones, a quienes inyecta células cancerígenas sin darse cuenta de que podría haber quedado como una persona cruel por sacrificar animales enfermos de lo que él mismo les inyectó. Una broma hubiese bastado para salvarlo. Compararse con un asesino. Cualquier cosa. Total, ya tenía al público ganado. A la salida me encontré con estos tubos: en el Parque Cultural de Valparaíso tampoco se disimulan los asesinatos de ratones.

Veneno

21:44. El panel “Pelando a Parra” cumple con lo que promete. Adán Mendez, Matías Rivas y Alejandro Zambra comparten sus experiencias de haber trabajado con Nicanor Parra. Para cumplir la promesa, pelan como suponen que debiese hacerse: con humor. Pero los panelistas no son graciosos. Me incomoda Rivas, que cuenta todo lo que recuerda sobre Parra, a ratos como queriendo demostrar que realmente lo conoce o que es un buen contador de anécdotas. Solo consigue lo primero. Los mejores momentos son los que escapan a la promesa de pelar a Parra, en los que Zambra reflexiona sobre la obra del poeta. Cuenta que a los chilenos nos cuesta leer a Parra, que sigue siendo incómodo y que el poeta elige con muchísimo cuidado cada palabra que publica, según él mismo pudo observar al corregir Lear: rey & mendigo. Mendez contó una muy buena anécdota de cuando Parra se puso pesado con él suponiendo que le había robado una corbata regalada por Borges. Mendez dijo sentirse alagado por la equivocada sospecha: significaba que según Parra, él sería capaz de identificar una corbata de Borges con solo mirarla.

9 de noviembre 2014
10:09. Subir y bajar las escaleras de Valparaíso me recordó a Toyland, una oscura escalera del Apumanque con luces intermitentes de colores y estímulos interactivos. Había un teclado gigante que subía como una baranda y al tocarlo emitía notas musicales que se perdían en la fuerte música del lugar. No sé para qué habrá existido Toyland. En internet dicen que era la entrada a una juguetería. Yo creo que su gracia era que no servía para nada. Parecía una discoteque para niños que no buscaban conocer a nadie.  ¿Será así Valparaíso?

Escalera

11:40. La charla de Pablo Chiuminatto es la más TED que he visto en este Puerto de Ideas: rápida, visual, graciosa, estimulante, motivadora. Esto es intencional: su presentación cita varias de esas charlas para obtener datos e ideas de ellas, además de sus formas. Tiene esa perspectiva muy TED que permite hacer críticas sociales fuertes que la audiencia acepta porque son dichas con simpatía. Chiuminatto combate el conservadurismo del conocimiento, el temor al cambio tecnológico y la falta de adaptación. Termina hablando contra el sistema educacional actual y saca aplausos cuando dice que los educadores especializados, en lugar de viajar a estudiar los sistemas de Finlandia, Suiza y Singapur, debiesen recorrer Chile para conocer mejor nuestra realidad y desarrollar un sistema que se adapte a ella. Esta apertura de su discurso también es coherente con su presentación, de la cual muchos datos e imágenes han sido obtenidos de sus mismos alumnos, según él mismo cuenta. Si no ha recorrido Chile, al menos vemos que ha recorrido su sala de clases y que ha integrado los conocimientos de sus estudiantes en lo que él enseña.

11:53. Norma y amenaza.

Advertencia

11:58. Un joven juega con un niño a patear una pelota contra una botella plástica. Una mezcla de fútbol, golf y bowling. Cuando el niño tiene la pelota al lado de la botella, lista para ganar, se da vuelta y dispara en una dirección cualquiera. El joven no puede entenderlo. ¿Qué pasó? El niño disfruta chutear la pelota sin ningún objetivo. Es como según Pablo Valenzuela debiesen ser los científicos, pero de verdad.

Deporte

12:11. Las llaves de agua en los baños del Parque Cultural de Valparaíso no permiten que ambas manos se laven a la vez. Una tiene que apretar el botón mientras la otra se lava por sí sola. Jerry Seinfeld observaba lo mismo en los baños de aeropuertos y los comparaba con la cárcel de Alcatraz. Tiene sentido. Antes de que esto fuese un espacio cultural aquí había una cárcel. Se fueron los presos, pero dejaron sus llaves de agua.

Baño

12:23. Unas señora le comenta a otra: “me gustan las cabezotas que hablan en sencillo”. Le gustan las cabezotas que hablan en idioma cabecita. A mí también.

14:03. Gran charla de Claudia Campaña sobre arte y simbología. Proyectó la imagen de una manzana roja como la de su desayuno diario. Ahí la fruta es buena salud, ¿pero qué pasa si está en la mano de una mujer desnuda junto a un árbol y una serpiente? De Eva pasó a Adán, a la pérdida del paraíso, la Virgen María y Cristo, hasta los Beatles y el arte contemporáneo. La lectura de un símbolo tiene que ser en relación con otros símbolos. Por eso ella quería seguir hablando, porque para entender una manzana hay que saber demasiadas cosas. Al final me perdí entre tantos referentes. Es un riesgo que se corre al hablar sobre lo que apasiona demasiado. El oyente se pierde, pero sale vibrando con algo de esa pasión.

14:08. Salgo de la última charla y pienso cómo cerrar estas notas. Decido que no importa, que lo primero que vea servirá. Levanto la vista y encuentro un cementerio. ¿Es ese mi final del Puerto de Ideas 2014? No es la muerte, sino bajar el cerro y volver a la vida. Dejar este viaje extraordinario para volver a la planicie cotidiana donde los vientos fríos volverán a ser vientos fríos.

Final

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